¿Qué es el compás flamenco?

Compas Flamenco

El compás es la raíz del flamenco, la base, la madre de donde emanan todos los palos flamencos. Sin compás, no hay flamenco; son indisociables e incluso cuando es menos palpable, como por ejemplo en algo lento, el compás está ahí aunque ni se oiga. Es un sentir que va por dentro. Es el corazón que mueve al flamenco. “Dame compás” es lo que pide cualquier artista flamenco, para empezar, porque sin compás no hay nada.

El compás flamenco trae de cabeza a cualquiera que se acerque a él, incluso a músicos profesionales de otros géneros y musicólogos de largo recorrido, que quedan sorprendidos de que los artistas flamencos conozcan secretamente un ritmo tan inédito y singular. La mayor parte del enigma reside en el compás de 12 tiempos, presente en muchos palos insignia como las bulerías, las alegrías o las soleás.

El musicólogo Faustino Núñez, en su página web Flamencópolis, explica que antiguamente, cuando el flamenco empezó a tomar forma (hacia finales del siglo XVIII, cuando solo se hacía cante y compás, sin guitarra), el cante jondo se daba solo en reuniones privadas, en círculos herméticos, y sólo unos pocos tenían acceso a escuchar, entender e interiorizar el compás de 12 tiempos, como si fuera el secreto mejor guardado. Tanto el nacimiento de este compás, como ese aura de misterio, se dio en parte porque el flamenco siempre ha sido un arte transmitido de manera oral de padres a hijos, que prescinde de pentagramas, fuera de la lógica musical académica, lo cual dificulta el acceso a su aprendizaje por las vías tradicionales. Enrique Morente lo sintetizó así: “Aprender flamenco es raro, porque se aprende en el aire”.

“Si no tienes soniquete, ¿pa qué te metes?”

Estar dentro del compás que el palo flamenco requiere es primordial, es requisito imprescindible. Faustino Núñez habla incluso de “la dictadura del soniquete”, para referirse a la imposición del compás como parámetro para medir si un artista flamenco vale o no. La palabra se popularizó en 1991 con el lanzamiento del disco Zyryab, de Paco de Lucía, en el que Potito cantaba por bulerías: “Si tú no tienes soniquete, ¿pa qué te metes?”, y comenzó a tomarse la fidelidad al compás como criterio principal de la jondura.

La gracia, el duende, la solera

Pero más allá de la ciencia exacta de los tiempos y los compases, existe un “compás interno”, que no implica únicamente conocer la estructura métrica de cada palo, sino la gracia, el duende, la solera o, efectivamente, del soniquete de cada artista al cantar la melodía sobre el compás o al zapatear sobre el toque de la guitarra. Además de la importancia que tiene lo innato y la intuición e interpretación de cada uno, el ingenio sale en cada artista a través de mucho trabajo y mucha práctica: dónde entrar y dónde salir en una melodía, cuándo atender el silencio, dónde estirar la sílaba… Mimo Agüero, directora del Tablao de Carmen, lo explica así: “La interpretación por parte de los artistas es lo que les hace geniales, el compás es lo que es, está ahí, y la genialidad es cuando alguien se adapta a él y lo ensalza. El compás flamenco es algo inamovible que la cultura popular sabe resaltar”, comenta.

Un compás que no puede hacer un ordenador

Un gran intérprete de música clásica y aficionado flamenco describe así la relevancia del compás flamenco: “No puede hacerse con ordenador porque un buen compás está cargado de solera y es el resultado de la mezcla de todas las culturas que se juntaron en España, es la mezcla entre lo viejo y lo joven. Ambos se necesitan para seguir existiendo, igual que el vino de Jerez, donde el vino viejo que está en la bota necesita del nuevo y viceversa”.

El asunto del compás nos remite a la importancia de la familia en el mundo gitano, a la intensa convivencia entre mayores y pequeños, donde todos se unen en el compás y se apoyan unos a otros, tanto en la música como en la vida.

Historia del compás flamenco

El compás ternario bebe principalmente de la tradición andaluza y de la tradición musical española en general. De hecho, también se conoce como compás abandolao, porque está presente en el bolero español. El compás binario procede del tango americano y llegó de Cuba a Cádiz a principios del siglo XIX, cuando se incorporó al flamenco. Está extendido en muchos géneros hispanos de muy diferente índole, como la jota, el pasodoble o el reggaetón. El compás de doce tiempos ya estaba presente en las en el siglo XVII, tanto en las ciudades como en las colonias, y estaba presente en cantes de aquí como chaconas y jácaras, pero también en palos procedentes de América como la guajira y la petenera.

Estructura del compás flamenco

Compás ternario: En el flamenco, se dividen en compases binarios de subdivisión binaria (2/4 o 4/4), en el caso de tangos, tientos, tarantos o rumbas, entre otros; o compases binarios de subdivisión ternaria (6/8), en el caso de los tanguillos.

Compás binario: Es característico de fandangos (uno de los más interpretados hoy en día es el fandango de Huelva) y seguidillas, procedentes del folclore popular nacional, que contribuyeron a dar al flamenco un compás muy característico.

La clave del misterio está en el compás de doce tiempos, también llamado de amalgama, ya que combina un compás binario y otro ternario (¾ + 6/8 ó 6/8 + ¾). El mayor problema de este compás es entender dónde se colocan los acentos, pero esto se complica por la costumbre flamenca del compás acéfalo, aquel en el que el primer tiempo es silencioso; y por el fenómeno musical denominado hemiolia, que es articular un compás ternario como binario, como ocurre en las bulerías, lo que aporta tensión a la música y a la interpretación. 

Este compás de amalgama está presente en las bulerías, las soleás, las soleás por bulerías, las cantiñas, las alegrías, las guajiras y las peteneras (incluso durante un tiempo se llamó compás de petenera), entre otros palos. El recuento tradicional se estructura de la siguiente manera (el número en negrita corresponde al acento):

1  2  3 / 4  5  6 /  7  8 / 9  10 / 1  2

Sin embargo, a la hora de interpretar, no siempre se cuenta igual ni se marcan los acentos en los mismos tiempos. El compás de la bulería, por ejemplo, también se cuenta a 6 (medio compás) en lugar de a 12, sobre todo en Jerez, cuna de este palo. Lo mismo ocurre en verdiales, romances y jaleos. Además, el remate (de la guitarra y del baile) es en el 4, en lugar de en el 10. La estructura queda entonces de la siguiente manera:

2 / 1  2 / 3  4 / 5  6 / 7  8  9 10 / 1

Pero la complicación de este compás la resume el cantaor Bastián de Jerez: “En Jerez podemos rematar en cualquier momento, es que es muy difícil explicarle esto a alguien que no sea de ahí”.

El compás en el baile

Otra de las complicaciones de este compás es que en el baile la manera de medir los pasos no se corresponde con la medida tradicional, lo que despista aún más al espectador. En este sentido, han existido a lo largo de la historia del flamenco muchos bailaores que han aportado su expresión personal del compás, como fue el caso de Antonio Ruiz, que bailó el martinete con el compás de seguiriya y creó escuela, o Carmen Amaya, la bailaora barcelonesa a la que está dedicado el Tablao de Carmen, que fue la primera en bailar por tarantos en un espectáculo, que hoy en día se sigue bailando en nuestro tablao y en otros espacios flamencos.

 Ver y escuchar a los artistas flamencos en la atmósfera flamenca del Tablao de Carmen permite acercarse a sentir y entender el misterio de esta cualidad rítmica tan única y casi espiritual del flamenco. Nuestro cuadro flamenco derrocha ritmo y  compás cada noche. ¡Viva el compás! Ven a conocerlo.