Pintaores: Los retratos de la mujer flamenca
8 noviembre, 2024
El arte flamenco en la pintura: una conexión profunda
Lo cantaba Pepe Marchena: “Una mañana, en Córdoba una mañana, Julio Romero pintó a Soleá la gitana y los pinceles partió cuando la vio soberana”. Julio Romero de Torres nació en Córdoba en 1874 y se convirtió en uno de los mayores exponentes del retrato de la mujer española y flamenca. También uno de los primeros llamados “pintaores”, pintores enamorados del flamenco que se acercaron y se acercan a este arte, como aficionados pero también en sus creaciones, como lo han hecho infinidad de poetas (Federico García Lorca o Francisco Moreno Galván) que desde sus disciplinas artísticas forman parte también de las infinitas aristas que componen el flamenco.
Este 9 de noviembre se cumplen 150 años del nacimiento de Julio Romero de Torres y se celebran conmemoraciones para celebrar su legado, como la que tendrá lugar en el cementerio San Rafael de Córdoba, donde está enterrado Romero de Torres, o el estreno de un documental, Mira qué bonita es, en el que ocho de sus cuadros cobran vida a través de la danza.
La mujer flamenca en la obra de Julio Romero de Torres
Las obras de este pintor simbolista estuvieron conectados con el flamenco y el mundo gitano en toda su carrera: La Niña de los Peines, retrato de la cantaora sevillana, Cante Hondo, con motivo del Concurso de Cante de Granada de 1922, La consagración de la copla, donde aparece la bailaora Pastora Imperio o Alegrías, retrato de la bailaora barcelonesa Julia Borrull.
Pero el camino de inspiración entre Romero de Torres y el flamenco fue en las dos direcciones. Su última pintura, La chiquita piconera, es para muchos su obra más emblemática. Retrató a una joven cordobesa llamada María Teresa López con el paisaje cordobés de fondo, y la imagen inspiró la canción del mismo nombre que cantaron Concha Piquer, Imperio de Triana y hasta Rosalía, la pieza que grabó Paco de Lucía en su Canción Andaluza y unas sevillanas del grupo emblema de este palo, Los de la Trocha.
La pintura como legado en el flamenco: desde Romero de Torres hasta hoy
“Quería llegar a incluirme dentro del flamenco y ser pintaor, ser uno más. [Mostrar] cómo la visión plástica puede ser flamenca”, dice Patricio Hidalgo en el documental “Menese”, para el que también se encargó de la pintura del cantaor sevillano en la portada de la cinta. Aficionado nacido en La Puebla de Cazalla, retrata a cantaores del siglo XX: Paco de Lucía, Antonio Mairena o Fernanda de Utrera… siempre en el momento álgido del cante, intentando captar el duende y ponerlo en un óleo. En esta última Bienal de Sevilla, una muestra llamada Yunque, trazo y alcayata (cambiando la letra de Camarón en Otra galaxia) recogía su obra.
Entre los contemporáneos, cabe mencionar a Iván Lucas, autor de exposiciones y festivales flamencos, o Miquel Barceló, conocido en el mundillo por ser autor de la portada de Potro de rabia y miel, el último álbum de Camarón. También está detrás de la pintura del cartel de la última Bienal de Sevilla. También el tocaor Tomás Lorenzo, que desarrolla un proyecto muy especial, “Dibujando al cante”, en el que acompaña con su guitarra la voz de cantaores como el Capullo de Jerez o Israel Fernández, y después dibuja mientras lo escucha.
El flamenco en la pintura, un legado vivo
“Lo que el artista plástico busca en el flamenco es profundidad y esencia expresiva”, escribió sobre Romero de Torres otro pintor andaluz, Antonio Povedano Bermúdez. “Captar ese aura de misterio y drama que gravita sobre los que llevan el flamenco en el corazón y la garganta: Romero de Torres lo llevaba entrañado en lo más profundo y auténtico de su ser”, escribe en su texto para la Universidad de Córdoba, en la que cuenta que el pintor cordobés intentó incluso probar su suerte como cantaor en un café cantante llamado La Unión.
La pintura, en el Tablao de Carmen, es uno de los protagonistas junto al cante, el baile y el toque flamencos. En las tablas, detrás de los cantaores y las guitarras, un gran bodegón flamenco de Miguel Rasero, pintor de cuna cordobesa. E incluso nuestro logo es un cuadro de Carmen Amaya (bailaora a la que homenajeamos en el Tablao de Carmen) pintado en México en 1939 por el gran pintor de la escuela valenciana Ruano Llopis. “Carmen Amaya, prodigio del arte flamenco, con admiración y afecto”, escribió en una esquina del cuadro el autor, siendo así uno de los muchos artistas que han querido, siguiendo la estela de Julio Romero de Torres, captar con sus pinceles el duende flamenco.