Poco español en los tablaos
Si uno se asoma a un tablao cualquier día escuchará inglés, francés, italiano, chino, alemán, árabe. Español, muy poco, y principalmente por parte de los artistas y del resto de empleados de la casa. Si uno nombra los tablaos en una conversación cualquiera entre españoles no es difícil que alguien conteste: “Pero eso es para guiris”. ¿Quién se interesa por conocer en vivo el flamenco? ¿Están los tablaos llenos de guiris? ¿Es esto negativo?
El público: guiris, turistas o gente curiosa en los tablaos flamencos
Mimo Agüero, dueña y directora del Tablao de Carmen, es consciente de esta imagen que tienen muchos españoles. “Para la mayoría de nacionales es una cosa de extranjeros sin criterio; no está en la rutina de los locales lo de ir a un tablao, a no ser que seas del mundo del flamenco. Mis conocidos asocian el flamenco a algo exótico” explica. Cuando se abrió el Tablao en 1988, cuenta, se hizo con la intención de que viniera la gente local aficionada, pero no fue así: el público fue extranjero desde el principio.
En la ciudad ya se había perdido la dinámica social de los años 30, en la que eran los barceloneses quienes llenaban los cafés cantantes y los tablaos, explica Mimo. “Guiri es un término que suena despectivo. Los clientes que vienen aquí a ver flamenco son turistas, extranjeros en su mayoría. Yo aclararía que más bien los tablaos son para gente curiosa e inquieta, independientemente de su nacionalidad o padrón”.
“¿Quién es el guiri?”
Ana Pallarés, veterinaria, nacida en Mallorca y vecina de Sabadell desde hace seis años, nunca ha ido a un tablao en Barcelona. “No es porque haya turistas. A mí no es eso lo que me quita las ganas de ir, porque yo me sentiría incluso más guiri que cualquier otro español, porque yo no sé nada de flamenco”.
Miguel González, arquitecto residente en Barcelona hace cuatro años, tampoco ha ido nunca: “¿Quién es el guiri? Porque si yo, que soy del País Vasco y nunca he escuchado flamenco, voy a Sevilla a un tablao, también eso podría ser actitud de guiri, alguien que va a conocer por primera vez un arte muy especial”. Reconoce que se fiaría más del arte flamenco que se hace en un tablao si estuviera lleno de gente de la ciudad, “porque siempre te fías más del gusto de la gente local”. Pero el motivo por el que ni Ana ni Miguel nunca han ido a un tablao en Barcelona no son los turistas, es el precio.
Precios altos, salarios bajos
“La realidad de por qué no hay muchos nacionales en los tablaos es porque la gente no puede gastar”, explica Mimo, que admite que le gustaría que más españoles acudieran a su tablao. La entrada más barata en el Tablao de Carmen son 48€ con una consumición; en el Tablao Cordobés (en Las Ramblas) es 47€, también con consumición; y en Los Tarantos (en la Plaza Real), 20€ sin consumición. Mimo hace referencia a la explicación que dio Nino de los Reyes en una entrevista de Silvia Cruz Lapeña para El País: “Los tablaos no son caros, es que los sueldos son irrisorios”. Otro motivo que apuntan los trabajadores del Tablao es que los españoles no vienen precisamente por la cercanía: “Tampoco van a la Sagrada Familia”, explica Javi, jefe de sala, “no vas porque teniéndolo aquí dices: ‘bueno, ya iremos’”.
El 90% de los clientes del Tablao es extranjero
El alto precio en proporción con la capacidad adquisitiva en España hace que el perfil mayoritario sea gente dispuesta a hacer un gasto extra, fuera de lo cotidiano, bien porque lo toman como una ocasión especial (un regalo, por ejemplo), o bien porque son empresarios en viaje de negocios. La mitad de los clientes del tablao son particulares, y la otra mitad, empresarios de fuera de España que están de viaje de negocios en Barcelona, y que a través de una agencia acuden en grupo al Tablao, según explica Augustin de Beaucé, director del Tablao de Carmen. El 90% del público del Tablao de Carmen es extranjero, asegura Augustin. “Pero no todo el turismo es igual”, explica. “Por ejemplo, para Ada Colau el turismo es un tío borracho en las Ramblas, y hay que diferenciar los tipos de turismo. Barcelona atrae un perfil alto de turista y aquí al Tablao viene gente que tiene una inquietud cultural y que está dispuesta a pagar. Es gente culta y aficionada a la música”, explica.
El flamenco: un arte que se contagia
Cuando acaban los pases en el Tablao de Carmen, son habituales los elogios y las emociones de los clientes, sorprendidos después de su primera vez ante un espectáculo tan especial y pasional como el flamenco. Lucas Lucero es camarero en el Tablao desde hace un año y medio, y asegura que se nota que el público es extranjero desde el primer momento que los reciben. “Todos vienen con costumbres y culturas diferentes. Una de nuestras preguntas habituales es si alguna vez han visto flamenco antes, y la respuesta, tanto de nacionales como de extranjeros, suele ser que no, que es su primera vez”, explica Lucas. Pero asegura que cada día comprueba cómo le llega el flamenco a la gente, sea de donde sea, cómo emociona y se contagia: “Se van haciendo un zapateo o unas palmas, porque la energía que se vive aquí se le pega a uno”.
Si eres de Barcelona, te recomendamos que visites el Tablao de Carmen al menos una vez en la vida. Nos consta que los que lo hacen, no solo lo disfrutan, sino que se van con ganas de repetir y sorprendidos tras la experiencia de vivir de cerca un arte tan nuestro.