La Habana y el flamenco: breve historia de la guajira flamenca

“A vueltas con la ida y vuelta”, es el subtítulo del apartado sobre los “Cantes andaloamericanos” en el libro Una historia del flamenco, de José Manuel Gamboa. Llamados comúnmente cantes de ida y vuelta, son aquellos palos flamencos con ascendencia hispanoamericana. La investigación flamencológica, sin embargo, apunta que describirlos así no es del todo exacto, ya que no está demostrado el origen latinoamericano de todos estos palos, como es el caso de la colombiana, tal y como escribe Faustino Núñez en su enciclopedia online Flamencópolis. De ahí las vueltas con la ida y vuelta: porque no se sabe a ciencia cierta qué es lo que fue y qué es lo que vino.

El cantaor Manolillo el Herraor, en el programa de RTVE Rito y Geografía del Cante, explica esta confusión a su manera: “Los cantes de ida y vuelta yo creo que no tienen vuelta. Yo creo que tienen ida, pero vuelta no. Son de aquí, no son de allí. Ellos lo arreglaron a su forma, pero es de aquí”, relata en el capítulo Cantes flamencos importados de dicha serie documental que emitió la cadena pública en 1971. Después de esta intervención, Antonio de Canillas canta uno de los palos de este grupo que sigue presente en tablaos y repertorios: la guajira. Uno de los que además seguro tiene origen latino. Cubano en este caso.

Silverio Franconetti, uno de los primeros cantaores en cantar por guajira
Silverio Franconetti, uno de los primeros cantaores en cantar por guajira

De La Habana a Cádiz y Málaga

El intercambio comercial, migratorio y cultural entre España y América Latina no es de ayer, como apunta el abogado e investigador flamenco José ‘Pepe’ Luque Navajas en el programa antes citado: “La ida data de los siglos XVI y XVII. Supone una exportación de aires populares españoles a América que fueron con los conquistadores. Ahí arraiga con el elemento criollo en la sociedad, evoluciona con el gusto de América y vuelve otra vez. La ida no es tan reciente, la vuelta sí”.

En el caso de la guajira se trata, según escribe Faustino Núñez, de una adaptación a la melodía flamenca del punto guajiro o campesino desarrollado en las zonas rurales de Cuba.  Sin embargo, explica, los cantes cubanos guajiros llegaron al repertorio español hace siglos, y se formó un modelo de guajira en España. Esta última variante se aflamencó y dio lugar a la actual guajira flamenca. 

La guajira trajo, ni más ni menos, el compás de amalgama que estructura actualmente muchos de los palos más representativos del flamenco: “Lo más importante es su compás, ya que tiene compás alterno 6/8 y ¾, que ‘creemos’ influirá en la construcción del compás que soporta estilos como la soleá o la seguiriya, y más cercanamente, la bulería”, apunta José Manuel Gamboa en Una historia del flamenco.

La estrecha relación comercial y migratorio entre Cádiz y La Habana, así como las contiendas bélicas en la isla tras las cuales Cuba logró su independencia de España, hicieron posible la forma musical de la guajira flamenca. También los tangos del Piyayo, malagueños, creados por el Piyayo, un hombre que llevó los tangos flamencos a Cuba y volvió cantándolos con aires aguajirados.

 

Patricia Guerrero en su espectáculo 'Alter Ego', en el que baila por guajira. Le acompañan Ángeles Toledano y Francisco Vinuesa
Patricia Guerrero en su espectáculo ‘Alter Ego’, en el que baila por guajira. Le acompañan Ángeles Toledano y Francisco Vinuesa

De El Guajiro a Sandra Carrasco y Rocío Márquez

La lírica de la guajira ha ido cambiando a lo largo de las décadas: “Las primeras guajiras que se grabaron tenían principalmente contenido social y político, después abundaron los tópicos sobre las bondades de la Perla del Caribe y sus bellezas”, escribe Gamboa. Actualmente, son habituales las letras sobre tomar café y pasearse por La Habana con un cigarro encendido, o los versos que cuentan breves historias de amor: “En un potrerito entré / yo me encontré con una indiana, / se llamaba Juliana, / el apellido no lo sé. / Yo mi caballo solté y las buenas tardes le di. / Y le dije: vengo aquí buscando los bueyes / Y me contestó: ‘Mameye, usted a quien busca es a mí’”.

Los primeros en cantarlas allá por el siglo XIX fueron Silverio Franconetti, Curro Dulce, Medina el Viejo, Antonio Chacón y Manuel Escacena. El investigador flamenco Rafael Chaves Arcos apunta en su blog sobre flamencología otros dos cantaores, hoy más olvidados, que destacaron en este cante en la época de los cafés cantantes: el Guajiro y el Petrolo. Más recientemente, Pepe Marchena (extenso cantaor de aires de ida y vuelta) y Enrique Morente.

En la actualidad jóvenes cantaoras no dejan este bello cante atrás e incluyen este palo en sus álbumes, como Rocío Márquez y Sandra Carrasco. Es habitual escuchar la guajira tanto en teatros como en tablaos (acompañado generalmente de castañuelas o abanicos en las manos de la bailaora), como en recitales de cante y guitarra. En el Tablao de Carmen, algunas noches, los cantaores se acuerdan de Cuba y cantan estas letras testigas del hondo y viejo legado que formó lo que ahora conocemos como flamenco.