El Tablao de Carmen el día del apagón: “Los flamencos no necesitamos ni luz”

Alrededor de las 12.30 del pasado lunes día 28 de abril, se fue la luz en la oficina del Tablao de Carmen. Mimo Agüero, directora, y Luana Alvear, responsable de marketing, oyeron un ruidito en la esquina de la oficina, y se dieron cuenta de que también se habían apagado las cámaras y los routers. Mimo recibió uno de los últimos mensajes que le llegó antes del apagón: su sobrina le preguntó si también se le había ido la luz y le dijo que parecía que era a nivel nacional. Así empezó el día en el que el equipo del tablao, en medio de un apagón total de electricidad en España, consiguió seguir adelante y ofrecer los dos pases.Flamenco en el apagon

El corte de electricidad e internet en toda España y Portugal duró hasta doce horas en algunas zonas. Según las últimas informaciones, se produjo por tres incidentes en cadena en el sistema eléctrico que alimenta a ambos países. Independientemente del porqué y sin saber cuánto duraría, los trabajadores del Tablao de Carmen se pusieron manos a la obra. Javier Bolance, jefe de sala desde hace 10 años, estaba en casa. Intentó sin éxito contactar a los camareros, “para avisarles de que salieran con tiempo, sobre todo a los que vienen en transporte público, porque sabía que la ciudad sería un caos”.

Tablao de Carmen en el apagon

Sin fritos, sin luz, pero con cierta normalidad

Lucas Manrique, camarero, ya estaba en camino al Poble Espanyol para buscar los uniformes. Tardó seis horas en un trayecto que normalmente tarda una y llegó justo para el primer pase. Luana Alvear se quedó trabajando en lo que pudo avanzar manualmente. Mimo Agüero se fue a su casa a comer, como cada día, solo que fue andando y tardó una hora en llegar. Allí se encontró con Augustin de Beaucé, director, y juntos volvieron por la tarde al tablao en moto.

Javi ya estaba allí trabajando como cada tarde: “Llegué y empecé a planificar, como siempre, no tenía más noticias así que me puse a organizar el servicio, a adelantar todo lo que pudiésemos, porque no teníamos mucho personal y estábamos llenos, teníamos que correr. En el primer pase todavía había luz natural, entonces lo hicimos con una cierta normalidad”. Rosalía, jefa de cocina, también andaba ya por ahí: llegó incluso antes a su lugar de trabajo previendo que la tarde se presentaba complicada. En los fogones, los fritos no pudieron hacerse. El resto sí gracias a la cocina de gas. Pero aún  faltaba saber si llegarían, y a tiempo, la pieza más importante para que el espectáculo flamenco tenga lugar: los artistas.

Sin luz en la cocina del Tablao de Carmen

Sin micrófonos y con velas

Aparecieron el bailaor Joni Cortés, la bailaora María Martín, el guitarrista Carlos Arenque y el cantaor Manuel de la Miguela. Toque, cante y baile: los tres pilares necesarios para sostener un show flamenco de tablao. “No te preocupes que lo salvamos, el espectáculo lo hacemos”, le dijo Joni a Mimo. Sin equipo de sonido y con velas, salieron adelante los dos pases. El primero con cierta normalidad, el segundo un poco a tientas: “María apagaba las velas al girar, así que yo bailé prácticamente a oscuras”, contaba Joni.

“Todo muy romántico, muy bonito”, recuerda Javi, que llegó ese día a casa destrozado de las lumbares de fregar a mano porque el lavavajillas no funcionaba. “Fue correr, correr, y correr, y solucionar todos los imprevistos”, cuenta. Una vela se cayó en las tablas durante el show, y Mimo corrió a tapar la cera con una servilleta. Así se dio una de las tardes más desafiantes en el Tablao de Carmen, pero que consiguió atender a sus clientes gracias al compromiso del equipo: “Tenía una excusa para cerrar, pero yo me dije a mí misma: si puedo demostrar en algún momento que a este sitio le importan sus clientes, es hoy”, cuenta Mimo, que le ha surgido la idea de crear en el futuro un evento especial con velas, un flamenco candlelight.

Uno de los clientes dejó constancia de lo especial que fue el pasado lunes en una reseña en Google: “El equipo dio lo mejor de sí para asegurar la experiencia, mereció la pena a pesar de que fuimos durante el apagón masivo. Volvería”. Los clientes, cuenta Augustin, llegaban con toda la normalidad, tranquilos de encontrar un sitio en el que podían cenar y sentirse acogidos. El director, tras la experiencia, ha comprado 20 nuevas lámparas de aceite. Por si se repite el apagón, y por probar a recrear la atmósfera íntima que se creó aquel día. Y porque para disfrutar del flamenco, en realidad, no hacen falta cables ni tecnología, como dijo Manuel de la Miguela desde las tablas: “Los flamencos somos así, no necesitamos ni luz”.