Y lo jondo conoció el ‘groove’: el proto flamenco jazz en el siglo XX

“Apareció la marca ‘flamenco fusión’, y recuerdo que me dije: valga la redundancia”. Lo escribió Faustino Núñez en un artículo de la revista Expoflamenco. El flamenco es un crisol de músicas y culturas desde su nacimiento. Por eso, escribe el flamencólogo, catalogar una música como “flamenco fusión” resulta reiterativo. Desde su aparición hacia finales del siglo XVIII, se ha tejido a través de elementos musicales de diversa procedencia: árabe, latinoamericana, africana, española e incluso judía. En sus doscientos años de historia, sigue mezclándose con otros géneros y explorando nuevas vías. Uno de los más seguidos y fructíferos de las últimas décadas es el subgénero llamado flamenco jazz.

El flamenco y el jazz, a pesar de ciertos sectores críticos, han terminado por entenderse y su unión ha tenido una amplia popularidad. En palabras de Carlos Aguilar, autor junto a Anita Haas del libro Flamenco y jazz: historia de un amor, los motivos están en las raíces: “Comparten una base cultural y antropológica muy trascendente. Son dos músicas que brotan en el seno de unos colectivos étnicos totalmente marginados. En el caso del flamenco, los gitanos españoles, y en el caso del jazz los negros americanos y su situación dura a finales del siglo XIX”, relata Aguilar en el programa Tapiz Sonoro de RTVE.

Chick Corea y Paco de Lucía
Chick Corea y Paco de Lucía

Destellos flamencos en Estados Unidos

En 1956 aparece en España el álbum Jazz Flamenco: las dos palabras comparten espacio en el título de un álbum por primera vez. El disco, de Lionel Hampton, surge tras los conciertos del trompetista en Barcelona y su encuentro con el pianista Tete Montoliu. El texto de la contraportada lo explicaba así. “Lionel Hampton, exquisito artista, hombre incansable, descubridor de música nueva, concibe la idea de reunir la gracia española del flamenco con el jazz. Hampton capta rápidamente la semejanza en cuanto a ritmo, color, sentimiento y emoción que tienen estas dos clases de música. Así surgió el nuevo descubrimiento: el “jazz flamenco”.

Aunque sembró la semilla, las creaciones carecen aún de las melodías y armonías flamencas. La utilización del modo frigio mayor, característico del flamenco, “está orientado desde un punto más latino, más que desde un prisma más español”, explica Juan Zalagaz en su artículo sobre el tema para la revista de investigación flamenca La Madrugá.

Desde Nueva York, en 1958, Carlos Montoya (madrileño sobrino del tocaor Ramón Montoya) edita From Saint Louis to Seville, en el que “adapta en flamenco style estándares del jazz”, escribe Faustino Núñez en Flamencópolis. En este álbum visionario suena la guitarra jonda de Montoya sobre la batería clásica del jazz, y temas titulados “St. Louis Blues” comparten contraportada con otros llamados como palos flamencos: tarantas, alegrías, zambras o guajiras.

El verdadero encuentro entre artistas

En esos años se lanzó al sonido español una de las figuras más importantes de la historia del jazz, Miles Davis. En su álbum Kind of blue (1958) incluye la pieza “Flamenco sketches”. El trompetista y compositor americano sigue explorando esta vía y dos años después, en 1960, lanza un álbum entero dedicado a la inspiración ibérica. Lo titula Sketches of Spain. En él incluye una saeta, una soleá, y adaptaciones de El amor brujo de Manuel de Falla y del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. El imaginario flamenco y andaluz comienza a calar en los músicos nacidos y formados en el jazz, y en 1961 el trompetista John Coltrane lanza un disco titulado Olé Coltrane. Sin rodeos. El primer tema, “Olé”, de 17 minutos, está inspirado en la melodía popular española de El Vito.

Pero la cosa cogió peso cuando llegó Chick Corea. En 1972, ya consolidado como compositor y pianista, edita el álbum Light as a feather, con la pieza “Spain”. Treinta años después, el tocaor Tomatito publica el álbum Spain junto al pianista Michael Camilo, en el que incluyen dicha composición. Les valió el Premio Grammy Latino al mejor disco de jazz. Corea, en los 70, continuó acercándose al flamenco y graba My Spanish Heart. Es en esa década cuando, según Faustino Núñez, comenzó el verdadero encuentro entre artistas de ambos géneros. Al otro lado del charco, en España, la música de Nueva Orleans comenzaba a ocupar clubes y a algunos flamencos empezaba a interesarles entrar en materia. Pero eso fue otra historia y lo dejamos para un segundo capítulo.